lunes, 29 de septiembre de 2008

floridita

My mojito in la Bodeguita
my daikiri in la Floridita

Ernest Hemigway

Ya que hablabamos de Hemingway (lo digo en mayestático porque la verdad es que cada vez me dejais menos comentarios) os pongo aqui este dibujo de uno de sus lugares favoritos. Se trata de el Floridita, un bar situado en el corazón de la Habana, donde comentaban que en una ocasión papito Jeninguay se tomó 64 daikiris, y aun asi salió por su propio pie.



jueves, 25 de septiembre de 2008

carreiro


Bueno, volvamos a Madeira.Habiamos subido a Monte en teleférico, pero lo mejor es sacar solo billete de ida, porque para regresar a Funchal hay un medio mucho mas estimulante.

Se trata de os carros dos carreiros: unos fulanos vestidos de blanco y tocados con canutiers, que te empujan cuesta abajo en una especie de trineos de mimbre, alcanzando considerable velocidad.

Hemingway probó esta carrera y la calificó como el paseo mas excitante que habia conocido. Que no es como si lo digo yo, porque ya sabeis que Hemingway para esas cosas era muy envalentonado, que lo mismo corria los encierros de San Fermin que cazaba submarinos alemanes en el Caribe.


lunes, 22 de septiembre de 2008

Plutón Berrebenero



Ya está aqui el acontecimiento televisivo de la temporada, PLUTON B.R.B.NERO, una serie de ciencia ficcion por todo lo grande. Comedia romantica, pero sin llegar a amplagar. Actores graciosos y grandes profesionales del medio. Y tras las camaras, Alex de la Iglesia, uno de los mejores directores de Bilbao (perdon, quise decir: "uno de los mejores directores, de Bilbao")

La única pega es que algunos de los guiones los he escrito yo. Que le vamos a hacer, algo tenia que tener.

Aun así, no os lo perdais. A partir de este miércoles en la 2 de Televisión Española.



miércoles, 17 de septiembre de 2008

teleferico


Una buena manera de superar grandes desniveles es utilizar los teleféricos. En Madeira hay unos cuantos, con vertiginosas vistas, que suben desde el mar hasta las altas cumbres sobrevolando profundas quebradas.

El de Monte facilita una de las excursiones mas tipicas, comunicando el centro de Funchal con un monte llamado Monte. Alli el aventurero podrá pasear por el caminho das babosas, donde se encontrará como en casa.


Puerto Moniz


Puerto Moniz es un bonito pueblo costero al noroeste de la isla y fue residencia de Felipa Moniz Perestrello, esposa de Cristóbal Colón

Merece la pena darse una vuelta y un baño en sus piscinas naturais. Ahora bien, la única vía para acceder a Puerto Moniz por tierra es esta carretera, recortada a plomo sobre altos acantilados.



A los que gustáis de leer la letra pequeña y a los que preferís la información antes que la leyenda os diré que:
1. En realidad existe una vía rápida a base de túneles y viaductos (como en casi toda la isla) para llegar a Puerto Moniz de una manera cómoda.
2. La de la ilustración es la carretera antigua, que aun permanece tabierta al táfico pero solo la transitan los aventureros y los amantes de los riesgos inutiles


lunes, 15 de septiembre de 2008

¡Por allí resoplaaaa!


Permitidme ahora que os refiera un suceso escalofriante cuya esencia ya os adelantaba en la entrada anterior.

Eran las horas del mediodía, cuando el sol implacable acorta las sombras de los mástiles. El barco permanecía inmóvil en mitad del océano. Ni un leve soplo de viento acunaba sus velas.

El escorbuto aun no se habia ensañado con la tripulación, pero los hombres ya acusaban el hambre y la fatiga . Insólita aflicción, si hemos en cuenta que apenas había trascurrido un par de horas desde que zarpamos del puerto de Funchal. Tan solo un hombre permanecía erguido en la proa: el aventurero. Un hombre que se había ganado el derecho a llevar pendiente en la oreja izquierda y a orinar a barlovento, como todos los que han doblado el cabo de Nueva Esperanza en medio de gran tempestad.


Vigía inquebrantable, mantenía la mirada fija en el horizonte, oteando cada destello en las aguas, cada remolino en la espuma. Por fin lanzó la alerta que todos esperaban “¡Por allí resoplaaaa!”.

Y en efecto, como una fina llovizna llegaba desde lo lejos el rastro del surtidor de la ballena, produciendo un frescor inesperado. Sumidos en el paroxismo, viramos a estribor hasta colocarnos a corta distancia del gigante. Alli pudimos contemplarlo en todo su esplendor, tan grande como una isla pequeña. Su lomo levantaba enormes olas y su cola al batir contra el agua producía un tifón.

Al poco desapareció la bestia sumergiéndose en los insondables abismos, hacia las puertas mismas del infierno. Cuando ya desistíamos de su persecución, emergió de nuevo en un gran salto que hizo enmudecer a todo la tripulación.

Tras esta demostración de poder, la ballena siguió su rumbo y nosotros regresamos a puerto, pues en verdad no nos movía el ánimo de lucro, ni anidaba en nuestros corazones la sed de venganza, sino el sincero afecto hacia el cetáceo portentoso y el mutuo respeto.


viernes, 12 de septiembre de 2008

Caniçal


Una mañana nos fuimos a visitar Caniçal, pueblo pesquero y antiguo centro de la industria ballenera de Madeira hasta 1981, año en el que fue pescado el ultimo gigante marino.

Por ciero ¿Os he contado ya que vimos una ballena? Os daré cuenta de ello detalladamante en otra entrada.

John Huston escogió Caniçal para rodar las primeras escenas de Moby Dick. Pero al parecer Gregory Peck se mareaba mas de lo que podia soportar, asi que encargaron a una fabrica de Basauri la maqueta de la gran ballena blanca y se fueron a rodar a un estudio.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Discreción

Nuestra labor investigadora exige discreción y libertad de movimientos, asi que apenas desembarcamos, nos agenciamos unos trajes típicos madeirenses que nos permitieran pasar desapercibidos, emulando la eficaz estrategia adoptada por los agentes del orden Hernandez y Fernandez.

Ataviados con estos circunspectos atuendos pudimos confundirnos entre la población vernácula y evitar las espurios agasajos de los grupos de presión locales.

lunes, 8 de septiembre de 2008

escabrosidad

Y una vez en Madeira ¿que se hace? Pues como diría el bardo de Medina Pomar, calle mayor subir, calle mayor bajar.

Y es que en Madeira todo está en cuesta. Su orografia es sorprendentemente accidentada para una superficie tan pequeña: montañas abruptas, cortadas por profundas gargantas y valles remotos, afilados picos originados por las deposiciones volcanicas y una línea costera compuesta de acantilados que se inclinan verticalmente hacia el mar y farallones que brotan del agua como afiladas lanzas.


jueves, 4 de septiembre de 2008

El aeropuerto de Funchal


Lo primero que descubres llegando a Madeira es que la pista del aeropuerto es corta y acaba en un abrupto corte sobre el mar. Encima los vientos racheados producen altas turbulencias. Se precisa un caracter muy templado para no experimentar cierta inquietud cuando te diriges hacia esta desventurada infraestructura.

La situación era aun peor hasta el 2003, año en que se acometió la ampliación de la pista de aterrizaje, en una impresionante obra de ingeniería levantada directamente sobre el mar. Las 180 columnas que sostienen la plataforma componen una sala hipóstila digna de los faraones de Karnak.


martes, 2 de septiembre de 2008

Ya llegó el aventurero


Pues si, amigos. Ya está aqui el aventurero, recien llegado de Madeira. Dispuesto a contaros, sin pelos en la lengua, cuanto ha visto y oido en aquella isla de pronunciados contrastes.

De momento os pongo un dibujo de una tipica casita madeirense. Estas casitas, conocidas como palheiros, están contruidas con madera y paja y tienen capacidad suficiente para albergar a un aventurero pequeño, o a medio aventurero de tamaño estandar.

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

Contribuyentes