viernes, 30 de agosto de 2013

Burlada




Una vez que llega a Villava, el peregrino camina ya por el extrarradio de Iruña. En ese transito asfaltado, tan poco grato a sus sandalias, atraviesa Burlada, que si bien es un municipio independiente, ha sido trasformado en un barrio de Pamplona por efecto de la expansión urbana.

 El peregrino no se encuentra a gusto en estos pagos tan edificados. Su aspecto desaliñado, casi harapiento, como de trampero que baja a la ciudad a vender la piel de los castores que ha cazado durante el invierno, no casa con la pulcra indumentaria de los viandantes.

 Piensa “ayer fui como vosotros y mañana seré igual, pero hoy somos esencialente distintos: vosotros estais quietos y yo estoy en movimiento. Ahí os quedais”, y acelera el paso huyendo de las miradas recelosas de los vecinos que se le clavan como molestos dardos.

lunes, 26 de agosto de 2013

Villava



Siguiendo el curso del rio Ultzama el pueblo de Villava nos depara una llegada espectacular, con la iglesia Trinidad de Arre,y el salto de agua, formando un conjunto monumental que fue primero un molino harinero, batán después, y hoy museo y centro de sensibilización del Parque Fluvial del Arga. 

 Tras una cuidada reconstrucción, los mazos del antiguo batán de Villava resuenan como antaño, recordando el antiguo oficio de los pelaires(tejedores)., que desde la edad media usaban este mecanismo para afinar los paños.

 El término "batán" proviene del árabe, y significa "golpear". Precisamente esa es la función de esta máquina destinada a transformar unos tejidos abiertos en otros más tupidos a base de continuos golpes de los mazos, accionados por una rueda de madera mediante la fuerza hidráulica del rio. El conjunto se completa con un telar del XVI y una máquina para fabricar papel vegetal. 

Pero mas que por este interesante vestigio de arqueología industrial, Villava es conocido por ser el pueblo natal de Miguel Indurain, ganador de muchos tours y muchas vueltas y giros.

Zabaldika

A la entrada de Zabaldika habia un palacete en ruinas. Mas adelante hay dos albergues. Uno justo enfrente del otro. O quizas solo sean bares. En cualquiuer caso, en uno de ellos tienen un gazpacho muy refrescante y nutritivo.

martes, 6 de agosto de 2013

Cementera

En Irotz paso junto a una cementera que se me antoja un castillo encaramado a un risco. Tantas horas de sol en el cogote y tantas novelas de caballería mal asimiladas me reblandecen el cerebro, y veo cosas que no son lo que parecen, ni parecen lo que son. En la parte mas alta de la fabrica, digamos las almenas, creo ver asomarse a una hermosa dama del toboso, retenida contra su voluntad por el malvado gigante Pandafilando, el de la fosca vista.

Zuriain

Reanudando la marcha hacia Iruña, el primer pueblo con el que me encuentro es Zuriain. Alli hago este dibujo, desde un puente que peina el rio Arga.

viernes, 2 de agosto de 2013

Larrasoaña


Acaso algunos de los multiples seguidores de esta pagina imaginen que, a estas alturas, ya llevaba semanas recorriendo el Camino de Santiago, y sin embargo aun estábamos en la primera jornada, aunque eso sí, ya tocando a su fin. 

 Muchos peregrinos acaban esta primera étapa en Zubiri, pero nosotros, ávidos de camino, aun seguimos unos kilómetros mas, siguiendo la rivera del rio Arga, hasta Larrasoaña, donde pernoctaremos en un garaje paupérrimamente acondicionado. 

 Larrasoaña ha estado ligado a la ruta jacobea desde antiguo, pues ya aparece citada en el Liber peregrinationis. Entre sus lugares de interés, aparte de nuestro garaje, merece citarse el puente medieval llamado “de los bandidos”, ya que era lugar preferido de una banda de ladrones que desvalijaban a los caminantes a su llegada al pueblo, disfrazados de peregrinos primero, y esgrimiendo fieros garrotes después. Por fortuna, esta bárbara práctica ha sido prácticamente erradicada y en la actualidad Larrasoaña es un pueblo cuidado y acogedor.

jueves, 1 de agosto de 2013

Zubiri



La toponimia de Zubiri (el pueblo del puente) nos indica que esta población creció alrededor del puente medieval, que da acceso al núcleo urbano. Conocido como el Puente de la rabia, su nombre deriva de la creencia de que los animales que daban una vuelta alrededor de los estribos del mismo sanaban de la rabia, y sustenta una tradición de llevar el ganado a rodear el pilar que todavía se conserva hoy en dia.

 Investigo el origen de esta tradición. nos cuenta la leyenda que, cuando se comenzó la construcción del puente, allá por el siglo XI y ante la dificultad de realizar su pilar central se decidió excavar la roca sobre la que tendría que apoyarse y, hete aquí, que fueron a hallar los restos de una joven perfumada que no dudaron en atribuir a Santa Quiteria.

 Poco se conoce de esta  vírgen y mártir que vivió en el siglo II, pero su nombre, que proviene de Kythere o Kuteria, y significa "la roja",  ya aparecía en el Martirologio Hieronymianum . Tradicionalmente se le han atribuido milagros de sanación relacionados con el mal de la rabia, ya que al parecer incluso los mas fieros perros de presa solían calmarse en presencia de Quiteria, y se comprtaban como cachorros de sachnauzer.

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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