En los bajos del teatro (precisamente) Jovellanos se encuentra uno de los establecimientos mas antiguos de Gijon: el cafe Indurra, abierto por primera vez en 1901, con su exquista decoración art-decó.
En 2013 murió la propietaria del local Mragarita Huerta y el local cerro hasta que un anueva gerencia se ha hecho cargo del negocio. Aunque ahora ha caido en manos de los hipsters, hay que admitir que la profunda remodelación que han acometido ha sido muy respetuosa y mantiene intacto esa solera con sus elementos decorartivos mas caracteristicos: el suelo de mosaico, los asientos de terciopelo y, sobre todo, las columnas doradas con forma de chorros de agua. No so lo perdais.
Entiendo por felicidad aquel estado
de abundancia y comodidades que debe procurar todo buen gobierno a sus
individuos
M. G. de Jovellanos
En
un salto nos plantamos en Gijon. Allí, paseando por los jardines de Begoña nos
encontramos con el teatro Jovellanos. Un poco mas adelante, siguiendo la calle Jovellanos,
llagamos el mercado Jovellanos, y la
casa natal de Jovellanos. No evitamos la biblioteca Jovellanos, ni el instituto
Jovellanos. Aunque no asistimos, por lo apretado del programa a ningún partido
del club de balonmano Jovellanos.
Grande
ha de ser la admiración que Gijon profesa a su hijo predilecto, el insigne
ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) , o bien tiene pocas celebridades
para homenajear, porque solo les falta inaugurar los urinarios públicos Jovellanos
Lo
que mas me impresionó de Colunga, es que en sus aguas proceden la mayoría de
los calamares gigantes que se han registrado en el mundo.
Desde los
albores de la navegación en el norte de Europa se hablaba de una bestia
terrible que con sus grandes tentáculos arrastraba a los navíos y sus
tripulantes al fondo marino. Era el Kraken, un animal que se creía producto de
la febril imaginación de los marineros, pero ahora sabemos que existen
realmente desde que empezaron a encontrarse los cuerpos varados de calamares
gigantes muertos en las playas asturianas.
Se conocen bajo
el nombre científico de Architeuthis, y pueden llegar a medir 12 metros y pesar
200 kilos. En Septiembre del 2002 se atrapaba un ejemplar vivo de esta
misteriosa especie en el Caladero de Carrandi de Colunga, el único hasta el
momento.
Para los que
esteis pensando en grandes raciones de rabas rebozadas, lamento participaros
que esta especie no es apta para el consumo humano ni en las menos exigentes sociedades
gastronómicas gipuzkoanas. Y es que los calamares gigantes tienen grandes
problemas para eliminar los metales pesados, por lo que se compone mayormente de amoniaco.
Empezamos
el recorrido en la villa marinera de Lastres, premio Príncipe de Asturias
a Pueblo Ejemplar, en el concellu de Colunga, es una de la más bellas y típicas del litoral asturiano. Situada
en una colina, sus calles empedradas y sus innumerables escalinatas, se
deslizan ladera abajo y se adentran hacia el mar.
Desde el mirador de San Roque, situado en la parte más alta del pueblo, se
puede admirar una preciosa panorámica de la localidad, la costa oriental de Asturias, e incluso, los Picos de Europa.
En el conjunto histórico encontramos lugares con tan emblemáticos como la
Iglesia de Santa María de Sábada, la Torre del Reloj, el puerto, donde las
artesanas reparan ñlas redes y se subasta el pescado cada dia con la llegada de los barcos, o el Barrio de
los Balleneros. Se cuenta que con el aceite extraído de la grasa de las
ballenas que se pescaban en Lastres, se alumbraron durante años las lámparas de
la catedral de
Oviedo.
Pero el mayor reclamo actual para el turismo es que en Lastres se ha
rodado la serie de antena 3 Dr. Mateo, protagonizada por Gonzalo de castro Y Natalia berbeke, en la
que un reputado doctor deja su destino en nueva York joven para ejercer
de medico rural en el pueblo costero
donde veraneaba de niño. Allí se enamora de la maestra y pasa lo que
pasa.
Esta Semana santa ha caido escapadita a Asturias patria querida, Asturias de mis amores.
Tremendos cahopos estaban llamandonos desde el principado, como las sirenas que querian arrastar a Ulises a las pofundidades del abismo. Completaban el coro fritos de pixin, dulces carballones y esplandidas fabadas.
Pero no todo fue coser y yantar, que algunos dibujitos ya produjimos. Ire poniendo algunos en este foro sin aforo.
amica veritas, sed magis amicus plauto
Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.
En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.
Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.
Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.
Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.
En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.
Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.
Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.
Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.